CRITICA A LA VISION CIRCULACIONISTA DE LA TEORIA DEL VALOR

 En varios recientes articulos publicados en el Blog de Rolando Astarista sobre la teoria del valor y los precios se ofrece una concepcion sobre el valor que se acerca mucho al circulacionismo, es decir a las interpretaciones que sugieren que el valor solo existe en el intercambio, que se manifiesta en el intercambio, que se valida en el intercambio. 

Uno de los problemas de esta vision es que si el valor solo se valida en el intercambio no existe fuera de este lo que contradice de base a la teoria del valor, ya que el mismo surge cuando se generaliza la produccion de valores de uso para el intercambio por parte de productores privados independientes.

Con el objetivo de intentar aclarar este tema he hecho un resumen de un trabajo critico de la vision circulacionista de Rubin, Espero no haber cometido muchos errores de traduccion, aunque creo que he respetado lo que decian los autores.

Vision de Kicillof-Starosta sobre Rubin

A continuación, resumo los puntos esenciales de la critica de Kicillof y Starosta sobre la teoría circulacionista de Rubin que publicaron en el trabajo

On Materiality and Social Form: A Political Critique of Rubin’s Value-Form Theory

Historical Materialism 15 (2007) 9–43 www.brill.nl/hima

Resumiendo, la idea central de la perspectiva circulacionista de Rubin, es que el trabajo abstracto y el valor pueden adquirir solo realidad a través del intercambio de productos frente al dinero.

De acuerdo a la construcción de Rubin del concepto de trabajo abstracto, es el acto de intercambio el que transforma los trabajos particulares concretos en trabajo abstracto general. Al igualarse por medio de la mediación del dinero, el mercado también iguala los trabajos concretos como trabajo abstracto. Y en el mismo acto el trabajo privado deviene trabajo social.

En otras palabras, trabajo abstracto es trabajo concreto igualado por medio del intercambio entre mercancías y dinero.

La forma de valor de la mercancía es su poder de generar intercambio. Este potencial inmanente en la mercancía individual consiste en la aptitud de ser transformada en otra mercancía sin ninguna transformación material en su existencia corpórea. Es este poder lo que le da a la mercancía un carácter místico cuya Genesis debe explicar la economía política.

Sin ningún cambio en su materialidad ellas pueden ser transformadas en otro valor de uso a través de la relación de intercambio.

Por otra parte, lo que es claro es que ese poder social es intrínseco al objeto mismo. En otras palabras, no es un atributo subjetivo del sujeto generado por los individuos realizando el proceso de intercambio ni tampoco una propiedad relacional del objeto.

En efecto, como un atributo social especifico de la mercancía, la forma de valor es material e individualmente nacida de su carácter como valor de uso, siendo esta la razón por la cual es inseparablemente conectada a la mercancía, inherente a ella.

El valor no puede existir fuera del valor de uso, que la acción humana que generas el valor en la mercancía debe ser la misma acción que genera el valor de uso de la misma.

Pero, como se afirmó antes, el intercambio no altera en nada la materialidad de la mercancía. Por consiguiente, el intercambio no es la acción que genera el valor de uso de la mercancía y, consecuentemente, no es posible que sea la acción que genera su valor tampoco.

La objetivación del carácter abstracto del trabajo es representada en la forma de valor solo porque es socialmente necesario en un doble sentido: primero, corresponde a las condiciones normales de producción, y segundo, satisface una necesidad social ( esto está implícito en el hecho de que el valor debe nacer materialmente de un valor de uso social).

El segundo sentido de socialmente necesario no tiene nada que ver con asignar un rol al intercambio presente en la determinación del valor. El punto es si el trabajo gastado en una mercancía determinada es socialmente útil (esto es si es materialmente capaz de satisfacer una necesidad social existente) en el momento mismo de la producción directa.

Abstractamente considerado, esto es independiente de la forma concreta que media el establecimiento de la unidad entre producción social y consumo cuando el trabajo social toma la forma de trabajo privado ( intercambio de mercancías contra dinero, es decir, la necesidad social apoyada por el poder adquisitivo, que es dependiente del valor de las mercancías).

En otros términos, una cierta cantidad de trabajo es socialmente necesaria si su producto satisface una necesidad social a un precio mayor a cero. Esto significa que necesitamos distinguir entre el caso de las mercancías que han sido producidas en exceso, relativamente a su demanda efectiva, y aquellos valores de uso que ha sido producidos en exceso de toda necesidad social existente (que es socialmente inútil).

En el primer caso el valor es determinado por las condiciones técnicas socialmente determinadas de la producción, pero no realizadas en su plenitud en la circulación (va a haber una pérdida de sustancia que será apropiada por el comprador). En el segundo caso los productos eran socialmente inútiles y no portadores de valor.

Toda la confusión, pensamos, deriva del siguiente hecho, el descubrimiento analítico de Marx del trabajo abstracto como la substancia del valor en las primeras páginas del capital no es sinónimo del modo especifico de la existencia del trabajo en el capitalismo. Como cualquier lector atento puede decir, el proceso analítico continua y es solo en la sección sobre el carácter dual del trabajo donde Marx finalmente encuentra la forma social especifica que produce mercancías y, en consecuencia, valor, “solo los productos de trabajos privados autónomos, recíprocamente independientes, se enfrentan entre sí como mercancías”,

Alternativamente, la reducción analítica del valor a su substancia no responde a la cuestión acerca del “carácter social especifico del trabajo que produce mercancías.

Esta reducción solo nos dice que determinación material es socialmente representada en la forma del valor.Esa materialidad subyacente en la forma del valor es el ser la objetivación del carácter abstracto del trabajo humano.

Lo que ese momento del proceso analítico no muestra, y por eso necesitamos seguir en la búsqueda de los determinantes formales que contiene como mercancía, y que la hacen mercancía, es que forma histórica del proceso de producción de la vida humana hace que esa materialidad genérica tome la forma social del valor.

Por consiguiente, ciertamente las mercancías poseen un carácter objetivo como valores solo en la medida en que ellas son la expresión de una substancia social idéntica, trabajo humano, pero no simplemente debido a esto.

La confusión entre estos dos aspectos de la cuestión es lo que subyace en las bases del naturalismo abstracto de la economía política clásica y el formalismo abstracto de aquellos que identifican el trabajo abstracto como el modo históricamente especifico de existencia del trabajo en el capitalismo.

Desde un punto de vista exegético (esto es, respecto a “lo que Marx realmente dijo”) Rubin concede que, en principio, tanto que la lectura “producción centrada” como la “circulacioncita” son posibles. Así algunas veces, según Rubin, Marx establece que el valor abstracto preexiste al proceso de intercambio y algunas veces sostiene que presupone el proceso de intercambio.

En nuestra visión, la confusión de Rubin ( o mejor dicho, inversión) surge del hecho que lee los pasajes de Marx donde sostiene que el intercambio ( como una forma de mediación del carácter esencialmente privado del proceso de producción en el capitalismo) manifiesta externamente la determinación interna soportada por el proceso directo de producción, como implicando que este trae esas determinaciones a la existencia.

En otras palabras, el ( Rubin) confunde las determinaciones cualitativas de aquellas formas más abstractas (por lo tanto, de la objetividad social del valor) con su modo concreto de realización. Para Rubin, entonces, el trabajo abstracto no tiene existencia previamente al proceso de intercambio pero viene a la existencia a través de él, sujetando el trabajo concreto a una “transformación social”.

Como argumentamos anteriormente, la especificidad histórica del modo de producción capitalista reposa en la forma privada e independiente a través del que el carácter social del proceso directo de producción de valores de uso (por consiguiente, de la vida humana) es organizado. Dado el carácter privado del proceso directo de producción como la relación social general, el proceso de intercambio se desarrolla como la forma concreta de mediación necesaria de la circulación de la riqueza social.

Aquí arribamos al meollo del problema y a la fuente de la confusión conceptual de Rubin. Porque es claro que para Rubin, el proceso de intercambio no es la manifestación de la determinaciones material y social que ya poseen las mercancías como ellas emergen del proceso directo de producción.

En cambio, Rubin concibe el proceso de intercambio como engendrando esas mismas determinaciones, lo que lo lleva a formulaciones problemáticas. Por ejemplo, Rubin afirma que el trabajo no adquiere carácter social antes de su verificación a través del proceso de intercambio. El sostiene explícitamente que la relación social entre productores de mercancías es creada por el intercambio.

Nosotros pensamos que esto es absolutamente incorrecto. Cualquiera sea la forma social especifica (y esto incluye el trabajo privado), todo acto de trabajo incluye de manera inmanente un carácter doble, individual y social. Lo que sucede en una “economía de mercancías” es que el carácter social general del trabajo es organizado de manera no consciente por los trabajadores individuales en su proceso directo de producción, que es precisamente por lo que solo puede manifestarse a través del intercambio de productos del trabajo como mercancías.

Rubin, si embargo, invierte esta determinación y priva completamente al proceso de producción de su intrínseca determinación social desplazando la misma hacia la esfera del intercambio.




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